La otra crónica de Camila
- Renata Marrufo
- 28 mar 2015
- 3 Min. de lectura
Faltan unos minutos para las nueve de la noche y ella está en la puerta, esperando con ilusión y al mismo tiempo sin poder evitar el cansancio que arrastra quince días de jornadas en las que solo duerme dos horas y el resto las vive entre planos y proyectos escolares.
Su amiga Mary "de Cozumel" la acompaña y mantiene el ánimo arriba, previo a una noche que desean sea única... sin saber lo que les espera detrás de la reja y los grandes muros del Coliseo Yucatán.
"Quédate aquí, no te muevas", escucha con atención en un área detrás del escenario. Ella abre más esos ojos casi negros enmarcados con las ojeras de estudiante de quinto semestre de Arquitectura. La sorpresa llegaría unos minutos después cuando la invitan a posar al lado de uno de sus cantantes favoritos, Noel Schajris, y aún no sale del asombro y su corazón no ha dejado de palpitar al doble de velocidad cuando cae en la cuenta que no se atrevió a besarlo, a lo mejor por miedo al rechazo.

Con la experiencia aún contenida en los labios con una tímida sonrisa, ocupa su lugar en un lugar no tan cerca del escenario, pero si lo suficiente para que sus gritos, más bien alaridos, fueran escuchados hasta el escenario.
Gritos como el de "Noel te amo", "Me casooooo" y no se cuantos piropos más, se mezclaban con las letras de las canciones del ex integrante de Sin Bandera, las cuales se sabía de principio a fin.
Al ver que el compositor e intérprete baja del escenario para besar a una fan corre desde su fila para tener la esperanza de alcanzar ella también tan preciado premio, pero lo único que logra es patear el vaso, lleno hasta el tope, de un caballero que se sentaba a su lado y que tuvo que conformarse con beber dos dedos (esta vez horizontales) de su cerveza bien fría.
Detrás de ella otro caballero, de ya avanzada edad, disfruta con el espectáculo de la chica y su amiga "de Cozumel", y hasta se atreve a preguntarles el nombre de cada canción al inicio de los acordes, teniendo su "check list" personal. Claro, no a todos les agradaba los gritos de júbilo y muestras de cariño de las dos jóvenes, pues la señora que tenían en la fila de adelante se tapaba los oídos de vez en cuando. ¿Acaso estaba en una biblioteca o retiro espiritual y de recogimiento?
Dos canciones antes de que finalizara el concierto de Noel las chicas son llamadas para regresar a la parte trasera del escenario. La sorpresa vuelve a crecer cuando se dan cuenta que ahora la foto sería al lado de Mario Domm y Pablo Hurtado, de Camila. Y los corazones volvieron a acelerarse.

Unos minutos mágicos y regresan a sus lugares, listas para seguir disfrutando de la noche, pero cuál sería su sorpresa cuando la pareja de su costado y el señor de la fila de atrás les reclaman que dónde se habían ido, que ellas hacían el ambiente y que no disfrutaron de las últimas canciones sin su alegría y energía. "Ustedes son el verdadero show niñas". Pero cuándo les cuentan la razón de su ausencia se gozan junto con ellas, como si todos hubiesen estado en la foto.
"Hasta ya me compré otro vaso de cerveza para que patees y me tires de la emoción muchacha", le dice el señor que parecía serio pero que disfruta como la joven se sonroja.
Camila sale al escenario y durante dos horas no dejan de cantar, abrazarse con las baladas "corta venas" o bailar al ritmo de las rolas con ritmo de pop y cargadas de drama con los violines, muy al estilo de la banda, mientras en una mano sostienen su Pepsi y en la otra su bolsa de churritos, suficiente para mantener la energía al tope.
Son la una de la mañana, tres horas y media de música y energía desbordada y donde el cansancio de muchos días de solo dormir dos horas y tener una dieta a base de atún, barritas de avena, manzanas y mucho café se olvidan, pues la noche lo valió... y por mucho.
Dos sueños en una sola envoltura: al fin disfrutar de Noel cuando no había podido hacerlo antes porque era menor de edad y el cantante se habia presentado en el foro de un casino, y de Camila que cuando llegó había cedido su boleto a su prima para que se cumpliera su sueño al cumplir quinceaños.
Una espera de varios años pero al fin recompensada. Cantó, gritó, bailó y disfrutó al máximo la noche en un escenario donde contagiaron con sus ganas de disfrutar las oportunidades que da la vida.
Tres horas y media de trabajo combinado con diversión, pero que al verla a mi lado vivir lo que ama y disfruta me hace decir una vez más: ¡por ellos todoooo!
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